¿Hace mucho que no sale a dar un paseo al aire libre? ¿Qué
espera para hacerlo? Salga y aproveche para respirar hondo, oxigenar los
pulmones y el cerebro.
¿Cuándo fue la última vez que caminó a través de un bosque,
sintió el viento en sus cabellos o se embarró los zapatos? Si ha pasado un
tiempo, su cerebro puede estar pagando el precio. Los expertos estiman
que los adultos de hoy pasan, por lo menos, el 90% de su tiempo puertas
adentro, atrapados en ambientes modernos hechos por el hombre que
representan sutiles amenazas para la claridad mental. ¿Qué tiene de malo
la vida de interior? Para empezar, la falta de luz natural que induce el
estado de alerta; la escasez de aire fresco y rico en oxígeno; y si
vive con alguien que fuma, la exposición al cigarrillo como fumador pasivo, que
genera desgaste mental. Debemos enfrentar el hecho de que vivir en la
oficina o en la sala no puede brindarnos la experiencia reparadora del
contacto con la naturaleza, una cualidad tan conectada con una mejor
energía cerebral que algunos médicos están comenzando a recetar tiempo al
aire libre a pacientes estresados que no pueden pensar.
Aquí, van cinco modos de lograr que su ambiente sea más
amigable para su cerebro. Encontrará formas de minimizar los riesgos que
plantea el medioambiente y de proteger su cerebro contra ciertos peligros de la
vida moderna.
CORRIJA EL “TRASTORNO POR DÉFICIT DE NATURALEZA”
Adultos y niños por igual informan que pasan más tiempo
mirando televisión y jugando con computadoras, teléfonos celulares y
videojuegos que disfrutando de un paseo, una tarde en el parque o un picnic
en el jardín trasero. Incluso las visitas a parques nacionales y lugares
pintorescos al aire libre se hacen cada vez menos. Los expertos llaman “trastorno
por déficit de naturaleza” a esta desconexión creciente del mundo exterior,
y hay bastante evidencia de que si uno no sale lo suficiente, su cerebro
sufre. Se demostró que la exposición a plantas verdes y a flores
estimula las habilidades de pensamiento y la velocidad de procesamiento
mental, además de reducir el estrés. ¿Por qué parece que el cerebro
funciona mejor cuando el escenario que lo rodea es verde? Tal vez, la respuesta
radica en nuestros comienzos prehistóricos, cuando los seres humanos vivían,
amaban y peleaban para sobrevivir. En ese entonces, la vegetación
significaba que la vida era buena. Se especula que estamos predeterminados
a sentir que todo está bien cuando regresamos al entorno que nos alimentó por
millones de años. El problema es que la mayoría de nosotros pasa poco tiempo en
contacto con la naturaleza: un 25% menos hoy que hace veinte años.
Las estrategias que siguen lo pueden ayudar a recuperar
el contacto con el verde.
Dé una larga caminata por el parque (no por la
ciudad). Para evaluar los efectos de la naturaleza sobre la memoria, los
psicólogos de la Universidad de Michigan les plantearon a 38 estudiantes
repetir de atrás para adelante una secuencia de números, antes y después de dar
un paseo por el arboreto o por la ciudad de Ann Arbor, Estados Unidos, por 50 o
55 minutos. Los puntajes del grupo que estuvo en contacto con la naturaleza en
la prueba posterior fueron mejores que los de los caminantes urbanos. El
espacio exterior puede recargar las baterías cognitivas. Pasar dos horas a
la semana al aire libre ayudó a 74 mujeres con diagnóstico reciente de cáncer
de mama a superar la fatiga mental extrema, del tipo que vuelve casi imposibles
las decisiones y actividades cotidianas (mantener una conversación, organizar
una comida o controlar una cuenta bancaria).
Llene su hogar de plantas de interior y su jardín, de
vegetación. Las plantas verdes promueven una memoria más aguda,
reacciones más rápidas y creatividad. En un estudio japonés, los hombres que
podían ver plantas durante pruebas de asociación creativa de palabras,
obtuvieron un puntaje más alto que los que no las veían. En otro estudio, el
hecho de que hubiera plantas de interior en la sala de pruebas se correspondía
con tiempos de reacción más rápidos. Y en un tercer estudio, las personas que
rendían el examen escrito para la licencia de conducir obtenían mayor puntaje
cuando había plantas verdes sobre el escritorio. En su jardín, plante
vegetación y flores que pueda ver desde las ventanas por las que suele
mirar hacia afuera y abra las cortinas para disfrutar de esa bonita vista.
¿No tiene jardín? Ponga macetas con plantas en el patio o el balcón. Y
no se olvide de las plantas de interior (¡también en la oficina!).
Considere colocar hierbas en el alféizar. Obtendrá una doble ventaja,
sobre todo al cultivar romero; no solo es lindo sino fuerte, con un aroma
resinoso que le reanimará el cerebro cada vez que pase por ahí y lo huela. (De
hecho, algunos estudios muestran que inhalar romero o albahaca aumenta la
producción cerebral de ondas beta, cuya señal intensifica el estado de alerta).
El hecho de colgar una foto o un cuadro de un hermoso
escenario natural en su casa o su oficina podría ayudarlo a estimular la
memoria. Los psicólogos de la Universidad de Michigan que mencionamos más
arriba les pidieron a doce estudiantes que viesen fotos de la naturaleza o
fotos de ciudades durante diez minutos. Los voluntarios también rindieron una
prueba de memoria antes y después. El grupo que miró escenas de la naturaleza
tuvo mejor puntaje, a diferencia del grupo urbano. “Estos experimentos
demuestran el valor reconstituyente de la naturaleza para el funcionamiento
cognitivo”, dicen los investigadores, quienes agregan que tener áreas
naturales cerca del hogar o del trabajo resulta esencial para un
pensamiento de primer nivel.
Mude las comidas y fiestas al aire libre. ¿Tiene una
mesa de picnic? Entonces, puede comenzar. Los alimentos servidos en magníficos
exteriores tienen mejor sabor, y sentarse en el jardín, en una terraza o en
un balcón los invita a usted y a sus acompañantes a entretenerse y a
disfrutar de la compañía del otro, sin olvidar el aire fresco.
Explore el mundo nocturno. ¿Está demasiado ocupado
para tomarse un descanso diurno al aire libre? La noche es buena también. Observe
las estrellas, inscríbase para una caminata nocturna o siéntese afuera a
escuchar el sonido de las ranas y las cigarras en primavera.
Saque a sus hijos o nietos al aire libre. La mayoría
de los niños tienen ahora solo treinta minutos por semana de tiempo de juego no
estructurado al aire libre, según afirma The Nature Conservancy, una
organización sin fines de lucro cuya misión es la conservación de tierras y
aguas ecológicamente importantes para la gente y la naturaleza. En cambio,
pasan seis horas y media por día con la computadora, la televisión, los
videojuegos y los teléfonos celulares. Reúnalos y salgan al jardín trasero
para jugar a la pelota, buscar hojas o bichos interesantes o tan solo para
saltar a la soga. Los niños no serán los únicos beneficiados.