Aunque no lo crea, una actividad tan cotidiana como caminar
puede ser fundamental a la hora de bajar de peso.
Cuando se trata de perder peso, el ejercicio más
sencillo del mundo tal vez sea el mejor. A pesar de todos los programas y el
equipamiento complejo que hay en el mercado, para hacer ejercicio lo
único que necesita son sus dos pies. Coloque uno delante del otro repetidamente
durante el día y ya va camino hacia la meta. ¡Es así de sencillo! ¿No lo
cree? Entonces tome en cuenta que el Registro Nacional de Control de Peso de
los Estados Unidos ha seguido la pista a personas como usted, preocupadas por
los kilos, desde 1994. Actualmente cuenta con unos 6.000 socios, 80% de los
cuales son mujeres de alrededor de 47 años de edad. Entre los que han perdido
peso y no lo han recuperado, la actividad física más popular es ¡acertó!
la caminata. Es práctica (la puede realizar en cualquier parte), social
(los amigos o las mascotas pueden participar), barata (unas
zapatillas de calidad son el único requisito), de bajo impacto (el riesgo de
lesiones es mínimo) y, lo más importante, divertida. ¿Listo para
empezar?
He aquí un sencillo plan para ponerse en marcha. Para
perder peso, debe hacer dos cosas: 1) comer menos y 2) volverse
más activo físicamente. Puesto que un plan para bajar de peso tiene dos
componentes distintos, cada uno requerirá de una meta diferente. Muchas
personas cometen el error de cifrar todo el éxito en kilos perdidos.
Luego, cuando se estancan o recuperan peso, pierden la motivación, dejan el
ejercicio y se entregan a comer papas fritas frente al televisor. Desde luego
que debe fijarse una meta de kilos perdidos, pero establezca también una para
su nivel de actividad diaria. He aquí algunas formas de hacerlo:
1. Mida en minutos.
La cantidad ideal de caminata para bajar de peso es
un total de 30 minutos al día, 5 días a la semana. Por tanto, ésa es una
opción. Si le parece mucho, tome nota de que dijimos un total de media hora
todos los días. Aunque la caminata continua es lo mejor, si no tiene
tiempo ni energía, bastarán tres paseos de 10 minutos.
2. Cuente los pasos.
Para que tenga una motivación más específica, sujete
un cuentapasos o podómetro a su cadera (se consiguen en tiendas
deportivas y también están incorporados a algunos aparatos electrónicos, como
teléfonos celulares y reproductores de música). Llévelo durante una semana sin
hacer nada distinto en sus actividades en ese lapso. Luego, divida el
total de pasos por semana entre 7 para obtener la base de comparación
diaria. Como punto de referencia, 3.000 pasos al día son los pasos típicos para
una persona que lleva un estilo de vida sedentario. A continuación,
establezca la meta de dar entre un 10 y un 20% más de pasos cada semana
sucesiva hasta llegar a 10.000 por día. Este enfoque refuerza la importancia de
estar activo en contraposición a “hacer ejercicio”. Ayuda a transformar
el ejercicio de una actividad que interrumpe la vida (algo extra para lo
cual tiene que hacer un espacio) en una que forma parte natural de ella
(caminar al supermercado en lugar de usar el auto). Es uno de los cambios de
mentalidad necesarios para deshacerse de esos kilos para siempre.
Cuanto más disfrute y menos pesado le sea caminar, más lo practicará y más
calorías consumirá.
Desde que tenía un año de edad se ha movido, cierto, pero
eso no significa que sea una experta en caminar. Al dar los pasos, preste
atención a la técnica respecto a pies, brazos, hombros, cabeza, espalda,
abdomen, pecho y rodillas.
Pies. Al dar el paso, apoye el talón en el
suelo; después, vaya apoyando la planta del pie hasta llegar a la punta, y
empuje con los dedos del pie.
Brazos. Manténgalos en un ángulo de 90 grados, moviéndolos
alternativamente hacia delante y hacia atrás con cada paso. No los cruce
sobre el pecho.
Hombros. Manténgalos relajados, hacia atrás,
sin subirlos hacia la cabeza.
Cabeza. Imagine que hay una cuerda fijada en la
coronilla y que tira de ella hacia arriba.
Espalda. Manténgala recta, como si le acabaran
de echar un chorro de agua helada.
Abdomen. Hunda el ombligo hacia la columna
vertebral, como si estuviera subiéndole el cierre a esos jeans que (antes) le
apretaban.
Pecho. Los yoguis se refieren al frente del esternón
como la “luz del corazón”. proyéctela hacia adelante.
Rodillas. Nunca las enderece del todo. Manténgalas
ligeramente dobladas y apuntando hacia delante.
3. Varíe los escenarios
Aquí es donde el factor diversión realmente empieza a
generarse. Aunque es probable que le convenga dar la vuelta a la manzana
o recorrer su barrio todas las tardes a las 4:23 para ayudar a digerir su
almuerzo de pollo (sin piel), brócoli y arroz integral, no se convierta en un
hámster en una rueda. Necesita más estímulo que ése. Intente la ruta a la
inversa, vaya en coche a un parque para caminar sobre algún sendero,
reúnase con una amiga y déjela elegir el itinerario, o camine para encontrarse
con su esposo en el supermercado. En otras palabras, cambie las cosas
radicalmente. La variedad (¡también en la dieta!) es el secreto para hacer
más manejable lo rutinario. Asimismo, no camine siempre al mismo ritmo.
A medida que su cuerpo se adapte al ejercicio, se volverá más eficiente y quemará
menos grasa. No permita que su metabolismo se torne flojo de este
modo. Alterne: camine a un ritmo normal con aceleraciones en las que
aumente el ritmo durante uno o dos minutos. O plantee una ruta que incluya una
o dos grandes colinas. No sólo se queman más calorías, sino que los
estudios demuestran que este tipo de entrenamiento a intervalos es lo
mejor para fortalecer el corazón y proteger al organismo de enfermedades
cardiovasculares.