Esta infusión se está probando como tratamiento para ciertas
enfermedades, entre ellas el alzhéimer y algunos cánceres.
“Esperábamos encontrar compuestos que fueran inofensivos y
mostraran cierto nivel de eficacia”, dice. Los compuestos del té verde y el
resveratrol cumplieron con ese estándar. “Tuvimos la suerte de que algunos de
estos mostraron una eficacia bastante fuerte”, agrega Cairns. “En el caso de
estos compuestos que pasaron la prueba, (las personas) prácticamente no tenían
placas visibles después de aproximadamente una semana”.
Las catequinas del té verde, moléculas en las hojas de té
que tienen un efecto antioxidante, se han explorado como un tratamiento
potencial para el cáncer, y se han probado las propiedades
antienvejecimiento del resveratrol. De todas formas, Cairns advierte que ver
los efectos en el laboratorio “no siempre se traduce necesariamente en lo que
podría verse en un paciente”. Algunos compuestos no cruzan la barrera
hematoencefálica, lo que sería esencial en el caso de la enfermedad de
Alzheimer, y otros tienen una biodisponibilidad baja, lo que significa que no
se absorben fácilmente en el cuerpo o el torrente sanguíneo. Aún así, el descubrimiento
es significativo porque no existe una cura para el alzhéimer o una forma de
prevenir su progresión, aparte de varios medicamentos potenciales desarrollados
por compañías farmacéuticas, los que aún están en pruebas, dice Cairns.
Compuestos como los dos citados, que muestran cierta eficacia y se sabe que son
seguros y de fácil acceso, podrían tomarse como suplemento o consumirse como
parte de la dieta, arguye. “Por ejemplo, las fuentes naturales de
resveratrol incluyen el vino tinto, ciertas frutas como las uvas, los
arándanos, el maní, los pistachos y el cacao”, dice Cairns. “Si bien es
alentador poder tomar medidas como estas para prevenir potencialmente la
neurodegeneración en el futuro, también es importante consultar con el médico
antes de realizar cambios importantes en la dieta”, aconseja. De cara al
futuro, un área potencial de investigación para los investigadores y las
compañías farmacéuticas sería tomar las propiedades beneficiosas de estos
compuestos y “tratar de mejorarlos para hacerlos más biodisponibles o
hacerlos penetrar un poco mejor la barrera hematoencefálica”, concluye
Cairns.