Las investigaciones han demostrado que, para un desarrollo saludable,
no puede faltar el contacto físico desde que nacemos.
De nuestros cinco sentidos, el del tacto es el que más
tendemos a dar por sentado y, a la vez, del que menos podemos prescindir. “Un
niño puede nacer ciego o sordo y aun así desarrollarse bien, sin deficiencias
cognitivas”, dice el experto en neurociencias David J. Linden, autor de Touch:
The Science of Hand, Heart, and Mind (“Tacto: la ciencia de la mano, el
corazón y la mente”), “pero si un bebé no recibe contacto social amoroso
durante los dos primeros años de vida, se desencadenan mil desastres”.
Bebés sin contacto piel con piel
Al recordar la terrible experiencia de algunos niños
privados de ese contacto en orfanatos rumanos en las décadas de los 80 y 90,
Linden señala que no solo tenían dificultades psicológicas e
intelectuales, sino que su sistema inmunitario y su aparato digestivo no se
desarrollaron bien. Por eso, ahora, cuando nace un bebé, por lo común es
colocado desnudo sobre la piel de su madre. Los estudios indican que se debe
acariciar y sostener en brazos a los bebés prematuros, incluso a través de
las portillas de las incubadoras. También es la razón por la cual las técnicas de masaje infantil tienen adeptos incondicionales en todo el mundo.
Los masajes infantiles
Elsie Peña Tretvik, de Molde, Noruega, necesitaba algo así
para poder consolar y vincularse con su hija de tres meses de nacida, Maya, que
tenía cólicos persistentes. Elsie estaba de visita en Costa Rica, donde había
nacido y criada, y la niña lloraba sin cesar hasta tres horas cada noche
debido a los dolores. Resultó que una amiga suya de la infancia, Paola
Rodríguez, era directora ejecutiva de la Asociación Internacional de Masaje
Infantil, que tiene filiales en más de 30 países, entre ellos Costa Rica.
Cuando Elsie la llamó para pedirle ayuda, Paola le sugirió que tomara uno de
los breves cursos que daba su asociación. El curso le cambió la vida a Elsie.
“No solo aprendí a ayudar a Maya a relajarse para aliviar los cólicos
—dice—, sino también a descifrar sus señales anímicas y fortalecer mi
confianza como madre”. Decidió certificarse como instructora en masaje
infantil, y ahora ofrece el curso a padres en su ciudad. “Los beneficios son
inmensos. Mi esposo y yo tomamos juntos el curso”, añade. Tras haber dado a
luz a su segundo hijo hace poco, Elsie enseñará a Maya, quien tiene ya dos
años, a masajear muy levemente al bebé para aliviarle los cólicos.
En los últimos años, los científicos han empezado a entender
el complejísimo sistema de nervios y receptores sensoriales que vinculan la
piel y el cerebro con el entorno y las personas que nos rodean. “Aún hay
mucho que no sabemos sobre las diversas sensaciones táctiles”, dice Linden.
“Lo que sí sabemos es que existen distintos receptores sensoriales de textura,
vibración, presión y picazón”.