Enseñarles a los hijos a tener autonomía es una tarea que
requiere dedicación y compromiso por parte de los padres.
1. Acostúmbrelos a cooperar en las tareas
Sabemos de un padre que todos los días le prepara el
almuerzo a su hija que está en la secundaria. ¡No caiga en eso! Cuando su
hijo de 2 años comienza a hablar, ya tiene la edad suficiente para empezar a
ayudar en la casa. A continuación, encontrará algunas labores apropiadas
para sus hijos, según su edad, con el fin de que les enseñe el sentido de
responsabilidad y cómo se lleva una casa:
• De los 2 a los 4 años. Pídales que guarden sus juguetes,
que ayuden a poner la mesa y que lleven su ropa sucia al tacho indicado.
• De los 5 a los 7 años. Pueden sacar los platos del
lavavajillas (o por lo menos los cubiertos), poner y limpiar la mesa,
vaciar los tachos de basura y colaborar en labores sencillas de jardinería
(como arrancar la maleza).
• De 8 a 10 años. Deben cambiar sus sábanas, sacudir,
aspirar, guardar su ropa y cargar ciertas bolsas del súper.
• A partir de los 11 años. Están listos para casi
cualquier tipo de tarea doméstica: limpiar los baños, fregar los pisos, lavar
la ropa sucia y doblar la limpia, guardar las compras del súper y preparar
algunas cosas sencillas de comer.
2. Hable de sexo
Venza la pena y hágales saber a sus hijos adolescentes
que pueden hablar de sexo con usted sin temor a recibir un sermón o un castigo
como respuesta. La realidad es que, en promedio, los jóvenes argentinos
mantienen su primera relación sexual entre los 17 y los 18 años. Con las
discusiones abiertas por lo menos se cerciorarán de que practican sexo seguro,
e incluso podría convencerlos de esperar un poco más.
3. Restrinja las decisiones
Un padre sin experiencia le preguntará a un niño de 4 años:
“¿Qué te querés poner hoy?”. ¡Oh! Una oferta tan amplia terminará con una niña
que se quiere poner medias negras, un tutú rosa y una remera con un letrero de
“Chica mala”. Mejor, elija dos posibilidades y pregúntele cuál prefiere.
Haga lo mismo con la comida y pregunte: “¿Hamburguesa o espagueti?” en
lugar de “¿Qué te gustaría comer hoy?”.
4. Mantenga altas sus expectativas
Solo porque usted fumaba y bebía en la secundaria no
significa que tenga que creer que es comprensible que sus hijos lo hagan. Si
verbaliza la expectativa de que su hijo no beba, no fume ni consuma drogas en
la secundaria, y se lo hace saber, reduce la posibilidad de que se enganche en
un estilo de vida así.
5. Visualicen juntos el futuro
Nunca es demasiado temprano para empezar a hablar con sus
hijos sobre su futuro. A los 10 años, los niños ya tienen la edad
suficiente para ver hacia delante y darse cuenta del valor de estudiar (por
ejemplo, “Voy a la escuela para poder ir a la universidad para poder obtener un
buen empleo y poder pagar las vacaciones en la playa”). ¿Por qué molestarse en
eso? Porque diversas investigaciones muestran que los adolescentes que pueden
visualizarse a sí mismos en el futuro son menos dados a hacer cosas
destructivas, como entregarse al alcohol, las drogas, el sexo o el crimen.
6. Enséñeles a fijarse metas y a ahorrar para conseguirlas
Coloque en una alcancía (o un frasco) una etiqueta con una
cifra y el uso que se le dará. Empiece con cantidades pequeñas, por ejemplo, lo
necesario para comprarSe un helado. Cuando hayan reunido la cantidad que cuesta
el helado, dele el dinero a su hijo para que lo pueda comprar.
7. Muéstreles que el dinero no crece en los árboles
Si su hijo solo lo ve sacando billetes del cajero
automático, va a creer que existen máquinas de regalar dinero. Asegúrese de que
también lo vea depositando en su cuenta.
8. Distinga deseo de necesidad
Necesita un par de zapatos, pero quiere que sean de la marca
que está de moda. Necesita comer, pero quiere cenar fuera de casa. Aplique
esta regla para todo lo que compre y para todo lo que le pidan.
9. Sea generoso
Hagan una alcancía filantrópica. Supervise que sus
hijos le metan un porcentaje fijo de su dinero y haga que lo vean a usted siendo generoso con los demás, ya sea dando limosna en la iglesia, firmando un
cheque para alguna asociación o trabajando como voluntario para una buena
causa.