De acuerdo con la edad, el humor de los niños puede
atravesar diferentes fases.
El humor escatológico puede ser una herramienta poderosa para
los niños, pero existen maneras de controlar su fijación con el tema. Repiten
la palabra “caca” en todo momento como una forma de diversión, cambian las
letras de las canciones solo para pronunciar ese vocablo y reírse, y rebautizan
a sus mascotas y juguetes con nombres escatológicos que enuncian cada vez que
tienen oportunidad. ¿Por qué los niños pequeños hacen tantos chistes sobre
algo tan íntimo? Según este artículo publicado en el portal Nytimes.com,
para niños de cierta edad, el humor escatológico es una fuente de inmenso
disfrute. Esto puede volver un poco locos a los padres, especialmente
cuando brota en momentos y lugares inadecuados. Entonces, ¿por qué el humor
escatológico resulta tan atractivo para los niños? ¿Cómo deben interpretarse estos
impulsos? ¿Y cómo pueden marcarse límites sobre su uso?
El atractivo de los chistes sobre el popó
La principal razón por la que los niños encuentran divertido el humor obsceno es muy simple: implica una provocación a los adultos. “Primero, los niños aprenden que las palabras tienen significados y luego aprenden que ciertas palabras tienen un poder especial”, explica Lawrence Cohen, autor del libro sobre crianza Playful Parenting. Las funciones corporales, dice, poseen una intensidad especial, que se extiende a las palabras que las describen. La fuerte experiencia sensorial de usar el baño se combina con “la privacidad y confidencialidad” que los niños perciben cuando los adultos reaccionan a las palabras. “Los niños siempre están experimentando con el poder y conseguir que los adultos se rían o se sientan incómodos es algo muy poderoso para ellos”, comenta el experto. Los humanos suelen usar el humor para manejar la ansiedad. Los niños pequeños, que temen separarse de sus padres, se ríen con juegos de esconderse y aparecer. Los niños más grandes pueden hacer bromas sobre temas más complejos con los que tal vez estén luchando, como el sexo y la muerte. Pero para los niños de tres a seis años, los accidentes en el baño ocupan los primeros puestos en la lista de cosas que les producen ansiedad. “Como adultos, damos por sentado que podemos llegar a tiempo al baño, pero los niños no siempre pueden”, comenta al portal Nytimes.com Laura Markham, autora del libro Peaceful Parent, Happy Kids: How to Stop Yelling and Start Connecting, y creadora del sitio web Aha! Parenting. Incluso si ya aprendieron a usar la pelela, las posibilidades de accidentes les resultan muy reales y, probablemente, también un poco aterradoras. El humor les permite tener control sobre ese temor. “Si puede atravesar una situación y hacer un chiste sobre ello, eso ayuda a aliviar tensión”, comenta Doris Bergen, renombrada profesora de Psicología Educacional en Ohio, quien ha dedicado gran parte de su carrera a estudiar el desarrollo del humor y del juego en los niños. “Y hacerlo es socialmente aceptable”. Se trata de un mecanismo universal para sobrellevar situaciones: los comediantes bromean sobre aquellas cosas que incomodan a las personas. Logran traspasar la vergüenza y controlan la situación antes de que la situación los controle. Los niños hacen lo mismo, aunque no lo adviertan.