El órgano más grande del cuerpo, que es a la vez el más
expuesto, merece nuestro cuidado, en especial, en verano.
Nunca enfatizamos demasiado cuando decimos que la piel no
es un “envase”, sino un órgano vivo, activo, en constante cambio, que no solo
nos protege del medio ambiente, sino que nos relaciona con nuestro entorno,
una frontera dinámica entre nuestro mundo interior y exterior. Durante el
verano, suele estar más expuesta a posibles daños, debido a la exposición a la luz solar mayor de lo habitual, así como al contacto con el agua del mar o
el cloro de las piscinas. Asimismo, los cambios climáticos y la polución
ambiental se comportan como agentes nocivos, es por esto que su cuidado es de
mucha importancia.
Cuidados para la piel en verano
En ese escenario, la recomendación es reforzar los cuidados con las siguientes medidas:
• Limpieza para remover células muertas y eliminar impurezas, lo que es clave para prevenir infecciones, eritemas e incluso la deshidratación.
• Hidratar para garantizar su buen funcionamiento. Las duchas, beber agua, consumir frutas y verduras y usar cremas hidratantes son medidas esenciales.
• Usar filtros solares siempre antes de ir a la playa o la piscina, y volver a hacerlo cada dos horas o después de cada baño.
• Después del baño solar utilizar siempre una crema hidratante para recuperar la humedad natural de la piel.