Muchas veces, el diagnóstico de una demencia de cualquier
tipo afecta a toda la familia. Aquí, las claves para acompañar y planificar con
el paciente.
Fuente: Salud a Diario
Las demencias son un problema de salud frecuente en el
adulto mayor y se asocian a pérdida de las capacidades cognitivas y en mayor o
menor medida a alteraciones conductuales, que pueden generar un gran impacto no
solo en la persona que lo vive, sino también en sus familiares o cuidadores. Lo
anterior explica el por qué las demencias no son una patología de una persona
determinada, sino una enfermedad que afecta a la díada paciente-cuidador. La demencia
más frecuente es la enfermedad de Alzheimer, la cual se caracteriza
inicialmente por pérdida de memoria, la que con el tiempo va progresando a la
pérdida de otras capacidades como lenguaje, orientación y motricidad. Es
importante tener en cuenta que, si bien hoy en día no contamos con una cura
para el Alzhéimer, sí existen múltiples terapias que pueden ayudar a mejorar
los síntomas y enlentecer la pérdida de capacidades en el paciente y para hacer
más llevadera la enfermedad para sus familias. Estas terapias se centran en
medidas farmacológicas y no farmacológicas. Visto lo anterior, debemos
considerar que no todos los pacientes son iguales, y que no todos tienen las
mismas necesidades. Por lo tanto, se requerirá generar una terapia
personalizada para cada familia y para cada momento de la enfermedad,
considerando las necesidades, intereses y creencias de cada familia, pero
también muy especialmente los intereses y opiniones de la persona afectada
por la enfermedad, pues si bien puede haber problemas de memoria o
comunicación, la persona mantiene la capacidad de demostrar lo que les gusta o
disgusta y es afectada por el ambiente a su alrededor y las actitudes de sus
familiares. Es muy importante que las familias acudan a un médico geriatra o
neurólogo que guíe el estudio diagnóstico y el tratamiento y que los oriente
para recibir apoyo de los diversos profesionales que hemos descrito.
Terapias no farmacológicas para el alzhéimer
Dentro de las terapias no farmacológicas se incluyen:
• Estimulación cognitiva para estimular las capacidades
mentales
• Terapia ocupacional para mantener la capacidad de
realizar actividades de la vida diaria
• Fonoaudiología para apoyar las capacidades de lenguaje y comunicación y para tratar problemas de la deglución
• Nutrición para mejorar la alimentación y prevenir
alteraciones nutricionales
• Kinesioterapia para tratar trastornos motores y mantener
la movilidad
• Cuidados de enfermería para manejo de complicaciones
asociadas a la falta de movilidad en enfermedades avanzadas, como pueden
ser las lesiones por presión (escaras).
También es muy importante considerar el apoyo que debe
recibir del cuidador, el cual incluye apoyo psicológico para aprender a manejar el estrés y las alteraciones emocionales que genera el estar a cargo de una
persona con demencia, como así también la educación en cuanto a las
actitudes y conductas que resultan más adecuadas para apoyar a la persona bajo
su cuidado. Siempre se debe considerar el bienestar y seguridad de la persona
con demencia como prioritario, teniendo en cuenta que las personas con
problemas de memoria requieren mantener una rutina estructurada para mantener
su funcionalidad y disminuir las alteraciones conductuales. En este sentido
se debe tratar de entregar un ambiente acogedor, protegido y estimulante, lo
cual en ocasiones puede lograrse en el hogar familiar, pero que otras veces se
entrega mejor en centros de adulto mayor. Esta última decisión debe ser
conversada al interior de cada familia, considerando siempre el bienestar del
paciente y también las capacidades para dar un ambiente adecuado. Una
enfermedad bien entendida y apoyada, sin duda, se vive de mejor manera así que
en solitario.