Hígado graso Hígado graso

Si bien no recibe la atención de otras enfermedades a nivel mediático, lo cierto es que el hígado graso avanza a paso raudo.

Fuente: Salud a Diario

Se trata de una epidemia que no aparece en las noticias ni se hacen memes o hay furiosos debates en Twitter por ella, pero es muy real: un estudio nacional longitudinal dirigido por el investigador de la Universidad de Virginia Commonwealth (VCU), Arun Sanyal, acaba de mostrar que las personas con cicatrices hepáticas avanzadas causadas por obesidad, diabetes y trastornos relacionados están muriendo de enfermedad hepática. Publicada en el New England Journal of Medicine, la investigación aporta una nueva urgencia a las pruebas de enfermedad hepática, particularmente en poblaciones con diabetes de tipo 2, y crea una hoja de ruta para futuros tratamientos de la enfermedad del hígado graso no alcohólico, tratamientos que podrían prevenir la necesidad transplantes de hígado para personas con enfermedad avanzada.

Fuerte impacto del hígado graso

Solo en los EE. UU. se estima que hay dos millones y un millón trescientas mil personas que viven con esteatohepatitis no alcohólica y fibrosis en las etapas tres y cuatro, respectivamente. Y, según las tasas de mortalidad observadas en el estudio de Sanyal, alrededor de 40.000 de esas personas mueren cada año. “Esta es la primera imagen clara de las verdaderas tasas de resultados en las personas con [enfermedad del hígado graso no alcohólico]”, dice el especialista en enfermedades hepáticas de VCU Health (por su sigla en inglés). Por ello, “el estudio respalda las directrices recientes de la Asociación Estadounidense de Diabetes de comenzar a realizar pruebas de detección de enfermedades hepáticas, para que las pruebas de detección sean más comunes”.

Más dañina que el alcohol

Mucha gente cree que solo el consumo excesivo de alcohol causa enfermedades hepáticas. Sin embargo, una cuarta parte de los adultos en todo el mundo padecen la enfermedad del hígado graso no alcohólico, una afección en la que el exceso de grasa se almacena en el hígado y está más estrechamente relacionada con la obesidad y la diabetes que con el consumo de alcohol. La mayoría de las personas no saben que tienen la enfermedad del hígado graso no alcohólico o que tienen un alto riesgo de padecerla, al padecer de sobrepeso u obesidad. Si no se trata, la enfermedad puede progresar a una forma avanzada, donde la acumulación de grasa en el hígado suele causar inflamación, cicatrización (conocida como fibrosis) y cirrosis en toda regla, la que deja el hígado dañado permanentemente. Por lo general, se diagnostica a los pacientes cuando la enfermedad ya está avanzada y un trasplante es la única opción. La cantidad de trasplantes de hígado en los EE. UU. van en aumento cada año desde 2012, lo que ha llevado a que escaseen las posibilidades de conseguir uno. Para este estudio, los investigadores siguieron a más de 1.700 pacientes durante una mediana de cuatro años, incluidos algunos durante hasta diez años, para evaluar sus resultados. Descubrieron que los pacientes con fibrosis avanzada tienen más probabilidades de morir, especialmente después de una hemorragia gastrointestinal o acumulación de líquido en el abdomen, y que también sufren un deterioro progresivo de la función cerebral debido a la enfermedad hepática. Los resultados confirmaron que las personas que tienen el hígado con muchas cicatrices son las que corren mayor riesgo de muerte. Los resultados tienen implicaciones tanto para la identificación como para el tratamiento de la enfermedad del hígado graso no alcohólico. 

Los efectos de la falta de conocimiento sobre el hígado graso

“Históricamente, muchos médicos de atención primaria y especialistas en diabetes han sentido que, debido a que las raíces de la enfermedad se encuentran en la resistencia a la insulina, si tratamos la diabetes ya nos hemos ocupado del problema”, refiere Sanyal, quien también es profesor en la División de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición del Departamento de Medicina Interna de la Facultad de Medicina de la VCU. “Y lo que esto muestra es que, incluso dentro de una población diabética especialmente obesa, aquellos que tienen fibrosis avanzada están muriendo de una enfermedad hepática. El tratamiento de la diabetes no hace el trabajo”. Drogas que detengan o reviertan la progresión de la fibrosis podrían salvar un número significativo de vidas. La Administración de Drogas y Alimentos (FDA) no ha aprobado ningún medicamento para tratar la enfermedad del hígado graso no alcohólico o su versión más avanzada, la esteatohepatitis no alcohólica. Sanyal ha estado estudiando estas formas de enfermedad hepática desde mediados de la década de 1990, cuando notó que más pacientes presentaban enfermedad del hígado graso y sin antecedentes de trastorno por consumo de alcohol. “Era como una caja negra sin una guía basada en evidencia sobre cómo buscarla, evaluarla y manejarla. No se sabía nada al respecto”, recuerda. “Y un día me di cuenta de que la mayoría de los pacientes que estábamos viendo tenían diabetes y presión arterial alta, y que esto podría estar relacionado con la resistencia a la insulina”. Gran parte del trabajo fundamental para este estudio y muchos estudios sobre la enfermedad del hígado graso no alcohólico y la esteatohepatitis no alcohólica tienen sus raíces en VCU y en el trabajo de sus investigadores clínicos. “Con la ayuda de colegas del Wright Center, estudié la resistencia a la insulina, que no era la corriente principal en el campo del hígado”, rememora Sanyal. “Eso era algo que estaba en el ámbito de la diabetes y la endocrinología. Pero hicimos el estudio original que mostraba el vínculo entre el hígado graso y la resistencia a la insulina, y el campo explotó”. La enfermedad del hígado graso no alcohólico y la esteatohepatitis no alcohólica aún son enfermedades descubiertas recientemente, agrega Sanyal. “Todavía existen enormes lagunas en el conocimiento y la conciencia, tanto dentro de la comunidad médica como entre el público”. “El Dr. Sanyal y su equipo son muy productivos. Este es el cuarto artículo sobre el tema publicado en el New England Journal of Medicine este año, y uno de los muchos de primer nivel de la revista”, concluye Peter Buckley, decano de la Facultad de Medicina de VCU, sobre la relevancia de este análisis y las investigaciones. 

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