Afortunadamente, en los últimos años, nuestras ideas sobre
las dietas fueron cambiando para mejor.
Hasta hace poco, disponíamos de poca información sobre ladieta durante la infancia y la adolescencia en relación con la salud a largo
plazo. Actualmente podemos estudiar los efectos de la dieta en distintos
momentos de la vida. Hasta ahora, la dieta durante la adolescencia parece
ser particularmente importante para el riesgo de cáncer en etapas posteriores
de la vida, y a veces incluso más importante que lo que comemos en la mediana
edad. Otra parte importante de nuestro trabajo actual es el impacto de
nuestras dietas en la sostenibilidad medioambiental y el cambio climático,
que es una cuestión existencial. En este sentido, la dieta mediterránea es
bastante buena, porque se basa principalmente en las plantas. También
estamos profundizando en frutas y verduras concretas. Siempre las hemos
agrupado, pero ¿qué tienen en común una zanahoria y, por ejemplo, un cogollo de
lechuga?
Los distintos efectos de las frutas y verduras
No mucho, y estamos viendo que pueden tener efectos
diferentes sobre la salud. Algunos parecen ser especialmente importantes para
la prevención del cáncer de mama. Una mayor especificidad es importante.
Porque alguien podría estar comiendo mucha fruta y verdura, pero estar pasando por
alto algunas partes importantes de la cesta global de diferentes alimentos.
Además, casi todo tiene efectos secundarios, y no deberíamos asumir que las
frutas y verduras no tienen ninguno. Un ejemplo en el que podemos tener
problemas es comer demasiadas espinacas, que tienen beneficios para la salud,
pero también pueden provocar cálculos renales, presumiblemente debido a su alto
contenido en oxalato. En la dieta estadounidense, cuando fomentamos el consumo de
verduras de hoja verde, naturalmente la gente piensa que esto significa
mayoritariamente espinacas.
La relación con la comida
Es importante que disfrutemos con lo que comemos, o
probablemente no nos quedaremos con esos alimentos. Así que yo sugeriría pensar
en los componentes de la dieta mediterránea y empezar por las partes que nos
gustan, y a partir de ahí añadir más variedad, sobre todo de verduras y métodos
de preparación. Por ejemplo, a la plancha, asadas o añadidas a las
ensaladas. Existen muchas variedades y sabores, por lo hay que probar muchos,
para encontrar alguno que se adapte a nuestro gusto. Puede ser toda una
aventura. También vemos que los frutos secos son especialmente saludables, y
hay muchos tipos con diferentes sabores. Así que pensemos en ampliar su
uso, como en el desayuno, en ensaladas y como alternativas a la carne en platos
combinados. Es- tos son algunos puntos por los que empezar. Más allá de ellos,
en general, animaría a todos a ser aventureros y probarla.