Todo lo que debe saber para brindarle una alimentación
saludable a sus hijos de boca de un especialista.
Es sabido que alimentar a los niños no es llenarles el
estómago con comida, sino garantizarles una nutrición variada. Sin
embargo, existe la sensación de que diversos especialistas entregan consejos
contradictorios. Para aclararlos, hablamos en detalle del tema, con el Dr,
Esteban Camuerga, pediatra argentino especialista en nutrición infantil y
figura reconocida en ese campo de la salud.
—¿Cuál es la importancia general de las vitaminas en la
infancia, la niñez y la adolescencia?
—La falta de alguna de las vitaminas que necesitamos
provoca signos o síntomas clínicos. Las vitaminas tienen efectos muy
específicos, y a su vez cada vitamina tiene más de una función. Por eso, cuando
hay deficiencia, pueden presentarse síntomas variados que expresan la
existencia de lo que hoy conocemos como “dietas de pobre calidad
nutricional”. Una dieta es de calidad cuando cubre al menos la necesidad
de cada uno de los micronutrientes (vitaminas y minerales). Si esto no se
da, ocurre lo que llamamos “hambre oculta” o desnutrición oculta. Es decir, el
niño consume suficientes calorías como para poder moverse, desarrollar
distintas funciones, pero faltan uno o más nutrientes específicos, que
comprometen alguna función del cuerpo.
Consecuencias de una dieta pobre en nutrientes
Para conseguir todas las vitaminas y minerales es
necesaria una alimentación variada. Cuando el niño consume alimentos ricos
en calorías pero pobres en otros nutrientes, hay peligro de crecer de una forma
poco saludable. Los riesgos son dos: crecer con un perfil de desnutrición (el
niño no crece en altura o no crece en masa muscular), o con un perfil de
obesidad (el niño crece más en ancho que en largo). Ambos reflejan una mala
calidad de dieta.
LAS VITAMINAS Y LAS EDADES DE CRECIMIENTO
Necesidades del bebé cuando empieza a comer alimentos
sólidos
—El primer hito en la alimentación del bebé es el de la
leche de madre, y el segundo, a los seis meses de edad, el de la aparición de
la cuchara. Durante muchos años, nos centramos en el estudio del contenido de
la cuchara. Lo llamamos “alimentación complementaria”, porque es el alimento
que complementa la nutrición recibida a través de la leche de madre, que debe
darse hasta los dos años de edad. La alimentación complementaria inicia con
alimentos disponibles en el entorno familiar, de consistencia blanda, con una
mínima viscosidad. Permite al bebé empezar a conocer texturas, aromas y
sabores, y junto con la confianza de la madre, hace que el bebé incorpore una
dieta apropiada. Pero hay un nutriente que es central y que está fuera de
la cuchara; tiene que ver con el afecto, la mirada, la comprensión: hoy lo
llamamos “alimentación perceptiva”. Probablemente sea una vitamina mucho
más importante que todas las demás juntas, porque ayuda a la organización del
niño en su relación con la alimentación y con el mundo social. El niño
aprende a tener una mirada comprensiva, a entender cuándo decir “Es
suficiente”, “Tengo hambre”, “Esto me gusta más, esto menos”. Y aquí
es muy importante la decodificación de la madre de las señales de hambre y
saciedad.
Vitaminas que no pueden faltar
En los mil días críticos, es decir, aquellos que van desde
la concepción hasta los dos años de edad, se da el crecimiento más alto que
tendremos en toda la vida. Por lo tanto, la nutrición debe satisfacer esas
necesidades de crecimiento que son muy elevadas. Las deficiencias de
micronutrientes en esa etapa pueden producir problemas. El más frecuente en
nuestro país es la deficiencia de hierro, que provoca principalmente anemia y
por lo tanto un menor transporte de oxígeno a los tejidos. Como muchos otros
micronutrientes, el hierro cambia su absorción según el plato en el cual es
consumido. Por eso, el hierro en presencia de vitamina C aumenta
notablemente su absorción. Tan es así que, muchas veces, creemos que la
deficiencia de hierro no se debe tanto a la falta de hierro como a su menor
biodisponibilidad (capacidad de ser absorbido). Aumentan la absorción del
hierro los cítricos, y pequeñas cantidades de carne; y la dificultan la fibra y
los taninos del mate, el café y el té. Gran parte de las vitaminas
liposolubles, como la A, D, E y K, aumentan su absorción cuando la comida
contiene grasa.
Nutrientes clave en la adolescencia
En el inicio de la adolescencia, se da el mayor crecimiento
longitudinal, es decir, en largo. Aumentan las necesidades de calcio, porque
todo el calcio del que dispondremos para el resto de la vida depende de lo que
hayamos logrado incorporar durante la niñez y la adolescencia. También son
altas las necesidades de vitaminas D. Los lácteos son fuente de vitamina D;
además, en nuestros países, suelen estar fortificados, y son fuente natural de
un calcio de óptima asimilación. Los niños tienen una ingesta razonablemente
adecuada de calcio hasta los dos años de edad. Allí abandonan el hábito de la
leche, lo cambian por el de las gaseosas (bebidas) u otros alimentos; se
pierde la costumbre de ir a tomar la leche a casa, y la cantidad de calcio
disminuye. No sorprende que, acá en la Argentina, tengamos una de las tasas más
altas de fractura de cadera, y que este número crezca a medida que la población
envejece. Se debe a la debilidad de los huesos, que comienzan a perder calcio a partir de la menopausia. Si bien se manifiesta en la vida adulta,
sus orígenes se encuentran en la infancia.