Llega fin de año y se multiplican las reuniones en
restaurantes. ¿Son compatibles con las dietas? Aprenda cómo pedir con estos
consejos.
¿Ha ido a una fiesta dispuesto a pasar un buen rato? Pues
cuando se siente en la mesa de un restaurante, dispóngase también a comer
bien y a divertirse. Disfrute la comida, con moderación, y el tiempo
con su pareja y amigos. Pídale al mesero que no lleve pan. Es probable
que consuma mucho almidón en la comida (proveniente del arroz, papas y
vegetales como el maíz), así que guarde los carbohidratos para después.
Después de que le asignen una mesa, dé un recorrido rápido por el restaurante.
Antes de que le tomen la orden, vaya a lavarse las manos y tome la ruta larga
al baño. Camino hacia allá, eche un vistazo a los platillos de los comensales.
Esta misión puede ayudarlo más que las sugerencias del mesero a decidir qué
ordenar. Así verá qué tan grandes son las raciones, si los especiales
del día lucen bien, y si las guarniciones de vegetales están llenas de
mantequilla. Al regresar a su mesa, será el comensal mejor informado del lugar.
1. Ordene una ensalada de vegetales para empezar
Una
ensalada pequeña de vegetales contiene al menos dos raciones de vegetales y
unos 5 gramos de fibra. Debido a esta fibra, las ensaladas son
sorprendentemente satisfactorias. Es más, un estudio publicado en la
revista de la Asociación Dietética Estadounidense descubrió que las mujeres que
comían ensaladas de 100 calorías antes de la entrada consumían aproximadamente
12 por ciento menos calorías durante la comida. Sólo limítese a vegetales en la
ensalada, en vez de carnes grasosas, quesos y frutos secos. Aderece su
ensalada, en vez de que lo haga el chef. Un buen aderezo puede hacer una
ensalada. El problema es que los chefs lo saben y a veces exageran al usarlo.
Una ensalada César en un restaurante tiene 70 g de aderezo, que añade unas 360
calorías y 38 g de grasa a la lechuga, que de otra forma sería saludable y baja
en calorías. Ordenar el mismo aderezo a un lado y usar sólo una cucharada en la
ensalada añade 77 calorías y 8 g de grasa a la lechuga.
2. Empiece la comida con una sopa ligera
Ésta es
otra estrategia comprobada para reducir el apetito y ayudarlo a comer menos
del platillo principal. En un estudio de la Universidad Estatal de
Pennsylvania, las personas que empezaban la comida con una sopa caldosa de
vegetales, acababan consumiendo, en promedio, 20 por ciento menos calorías
totales. Evite las cremas y sopas con queso, como la de cebolla, papa y brócoli
con queso.
3. Ponga atención al ordenar
Algunos restaurantes
contratan asesores para que les digan dónde poner las cosas en el menú y cómo
cobrarlas; y lo que les interesa es el dinero, no la salud. Por ejemplo, normalmente
ponen los platillos que desean que usted ordene en la parte superior central de
la primera página derecha del menú. Los dos platillos al principio y al final
de la lista también son los que más recuerdan los comensales, así que los
dueños de los restaurantes suelen poner sus platillos más costosos en esos
lugares. Las especialidades (que también suelen ser más caras) pueden tener
letras más grandes, y los platillos económicos letras pequeñas. No se quede
callado y pida cambios pequeños en su platillo. No sea tímido; la
mayoría de los restaurantes están dispuestos a complacerlo, dentro de lo
razonable. Sólo límitese a pedir cosas sencillas. Si el platillo que se le
antoja está frito, pregunte si lo pueden asar. Si está cubierto de una
salsa con mantequilla, pregunte si pueden prescindir de la salsa. Y recuerde
que los chefs no hacen milagros. Si se siente tentado a hacer una petición poco
razonable, como pedir macarrones con queso sin el queso, mejor ordene otra cosa.