Si cree que la edad es un impedimento para la actividad
física, ¡se equivoca! Esto es lo que debe saber para comenzar.
Siempre es importante tener muy claro —ya que nos ayuda a entender
la importancia de mantenernos activos, saludables y funcionales— que la actividad física se define como todo movimiento corporal producido por los
músculos esqueléticos que genera gasto de energía; en tanto que, por otra
parte, el ejercicio físico es la actividad física realizada de forma
planificada, ordenada, repetida y deliberada. El sedentarismo, en cambio,
consiste en la no realización de actividad física o su práctica con una
frecuencia menor a 3 veces en la semana y/o menos de 20 minutos cada vez.
La actividad física da recompensa
Hay que recordar que, según las proyecciones realizadas por
el censo 2017, se estima que para el año 2050 más del 30 % de la población a
nivel nacional corresponderá a adultos mayores, entendiéndose este rango de edad
como personas mayores de 60 años. No obstante, nunca debemos olvidar que mantenernos
activos es fundamental para poder disfrutar de buena salud y calidad de vida a cualquier edad. Por eso es importante realizar algún tipo de actividad
física, para favorecer la movilidad y evitar enfermedades que se aceleran o son
provocadas por el sedentarismo. Sin embargo, a mayor edad, ello se vuelve
aún más relevante, ya que de eso depende en gran medida la autonomía e
independencia de las personas. Es de conocimiento público que el sedentarismo
es un factor determinante en la aparición de ciertas patologías, tales como
hipertensión, osteoporosis, hipercolesterolemia, debilidad muscular, o
simplemente el agravamiento de enfermedades ya existentes.
La capacidad aeróbica a toda edad
Siempre se ha creído que el entrenamiento físico es solo
para personas jóvenes. Al respecto, es necesario tener en cuenta que en la
actualidad se ha demostrado que el entrenamiento físico continuado, en
atletas con edades avanzadas, mantiene unos niveles adecuados de masa corporal
magra, densidad ósea y potencia muscular, entre otros indicadores de buena
forma física.
Diversos estudios han demostrado
que, incluso, personas que superan los 90 años, responden al entrenamiento
con un aumento del volumen de sus músculos y de la fuerza, a la vez que incrementan
su masa ósea. Esto no quiere decir que solo con entrenamiento físico se
pueda lograr lo mencionado anteriormente. Es a modo de ejemplo para clarificar
la relevancia de la actividad física y los infinitos beneficios que conlleva el
realizarlo de forma consciente y continua. Unos de los indicadores más
importantes que ayuda a valorar el ejercicio físico, es la capacidad aeróbica:
definida como la capacidad del cuerpo de producir energía mediante la
utilización de oxígeno (determinado como VO2máx). Estudios demuestran que
personas entre 60 y 80 años pueden llegar a perder hasta un 50 % de la
capacidad aeróbica. Pero, ¿qué significa esto?: a mayor edad, es normal que se
generen cambios a nivel corporal en las personas, lo que se traduce principalmente
a un incremento en la composición grasa y descenso de masa muscular,
limitando el consumo de oxígeno y disminución de la capacidad aeróbica. En
este sentido, se recomienda asegurarnos una adecuada ingesta de proteína de
alto valor biológico, supervisados siempre por un médico o especialista en
nutrición.
Los beneficios del ejercicio
Es errado creer que la actividad
física conlleva un riesgo para el adulto mayor, o que ya no es algo que puedan
realizar personas dentro de ese rango etario. Nunca hay que subestimar
la capacidad física de un adulto mayor, sin antes ser evaluado de forma objetiva.
Todo lo contrario, la realización de la actividad física repercute en la
esfera biopsicosocial, así como también en la funcionalidad de la
persona. “Una persona funcional va de la mano con la autonomía e
independencia”, no existe edad en que las personas dejen de responder a los
beneficios de la actividad física o del entrenamiento.
Algunas de las ventajas que conlleva la realización de
actividad física son:
• Favorecer el bienestar general, fomentando un
estilo de vida activo
• Retrasar el envejecimiento y prevenir enfermedades
neurodegenerativas
• Favorecer la movilidad, fuerza, coordinación, flexibilidad,
equilibrio; lo que disminuye el riesgo de sufrir caídas.
• Favorecer las relaciones intergeneracionales, aumentando
así el contacto social.
• Favorecer la calidad del sueño, lo que disminuye la
ansiedad y el insomnio.
• Incrementar la capacidad aeróbica, y minimizar, de esa
forma, el riesgo de cardiopatías.
• Mejorar la capacidad funcional, permitiendo a la persona
ser autónoma.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los
adultos mayores deben realizar alrededor de 150 minutos semanales de actividad
física aeróbica moderada. Si es más intensa y requiere mayor esfuerzo, la
recomendación es que se practique unos 75 minutos. Este período semanal puede
dividirse en sesiones de, al menos, 10 minutos de corrido, para incrementar los
beneficios. Lo importante dentro de la realización de actividad física es
incluir ejercicios de flexibilización, de resistencia cardiovascular,
fortalecimiento y equilibrio, contribuyendo a la funcionalidad, autonomía e
independencia, en este caso del adulto mayor. Finalmente, es importante
recalcar que la edad nunca será un impedimento para comenzar un cambio o
generar un mejor estilo de vida. El poder de la decisión es el primer paso. No
olvidar, por supuesto, siempre asesorarse e ir de la mano de evaluaciones
objetivas con profesionales, quienes fomentarán de forma segura y responsable
el cambio de mentalidad que niega que a mayor edad se llega a un punto de no
retorno, y derribarán todo tipo de mitos.