La clave para vivir muchos años y estar saludables es tener
un estilo de vida saludable: buena alimentación, mucho ejercicio y una mente
equilibrada.
Para comenzar, la capacidad de reparar daños de los
medicamentos es limitada. Una vez que la placa se acumuló en las arterias y la presión arterial alta causó un extenso deterioro en el corazón y los vasos
sanguíneos, los medicamentos proporcionarán una protección acotada contra
ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares. Ningún medicamento puede
lograr que las arterias endurecidas se tornen más flexibles o eliminen la placa
existente. Si bien la medicina puede ayudar a evitar que estos problemas
empeoren, no podrá revertir la cardiopatía. Eso es algo que únicamente usted
puede lograr al hacer ciertos ajustes
en la dieta y alejarse del sedentarismo.
Si bien las pastillas evitan que una cardiopatía termine en un desastre, todas tienen salvedades. Encontrar exactamente la medicación que funcione para sus factores de riesgo en particular requiere probar muchas opciones. Además existen efectos colaterales, la mayoría de los cuales son leves, pero algunos pueden ser graves. Lo cierto es que determinados medicamentos pueden claramente hacerlo sentir peor. Por ejemplo, los betabloqueantes, que se usan para reducir la presión arterial y disminuir el ritmo cardíaco para que el corazón necesite menos oxígeno, pueden provocar cansancio o incluso depresión. Muchos medicamentos que se emplean para bajar la presión arterial pueden ocasionar mareos. Otros pueden producir sequedad en la boca o malestar estomacal. Además, por supuesto, las compañías farmacéuticas no se dedican exactamente a regalar sus productos. Según sean sus necesidades, puede gastar una buena parte de su ingreso mensual en medicamentos. Nadie sugiere que deseche por completo sus medicamentos, nada de eso. Los fármacos que evitan los coágulos, bajan el colesterol y disminuyen la presión arterial son armas importantes en la lucha contra la cardiopatía, si los necesita. Sin embargo, la batalla no termina ahí. De hecho, las pastillas no deben considerarse como soluciones definitivas; en realidad, son medidas provisorias que disminuirán el riesgo mientras se hacen otros esfuerzos para lograr lo mismo. ¿Pueden los cambios en el estilo de vida realmente competir contra medicamentos más poderosos a la hora de reducir los riesgos de un ataque cardíaco? Sorprendentemente, la respuesta es sí. Varios estudios sugieren que una mejoría en los hábitos diarios puede disminuir el colesterol, la presión arterial y otros factores de riesgo para el corazón tanto o más que los medicamentos. Una investigación de la Facultad de Salud Pública de Harvard sugiere que hasta un 80 por ciento de las cardiopatías (y un 90 por ciento de la diabetes tipo 2) podría prevenirse gracias a cambios moderados en el estilo de vida, como alimentarse mejor y hacer ejercicio. Un estudio publicado en 2009 proporciona un buen ejemplo de cuán importantes pueden ser los beneficios de un plan de alimentación para un corazón sano. Durante 8 años, investigadores alemanes estudiaron a 23.153 voluntarios de entre 35 y 65 años de edad. Otorgaron a cada voluntario un punto por cada uno de cuatro factores de estilo de vida saludable: no haber fumado nunca, tener un índice de masa corporal menor de 30 (esto incluye a las personas que tienen sobrepeso pero no obesidad), realizar actividad física al menos durante 30 minutos diarios, y seguir una dieta saludable que incluya frutas y verduras, granos integrales y proteínas magras. Los resultados fueron asombrosos; los individuos que cumplían con los cuatro criterios alcanzaron un sorprendente 81 por ciento menos de probabilidades de sufrir un ataque cardíaco, y la mitad de probabilidades de sufrir un accidente cerebrovascular que quienes no los reunían. También eran un 93 por ciento menos propensos a desarrollar diabetes y tres veces menos a padecer cáncer. En conjunto, el riesgo de desarrollar una enfermedad crónica era un 78 por ciento menor. Las personas sanas en este estudio no eran triatletas de competición ni vegetarianos que únicamente comían zanahorias. Tampoco eran muy delgadas; de hecho, casi la mitad pertenecía a la categoría con sobrepeso. Lo único que hacían era disponer de 30 minutos diarios para hacer actividad física, seguir una dieta como para un corazón sano, evitar fumar, y mantener su peso. ¿Y lo mejor de todo? Este enfoque no tiene efectos colaterales, solamente una vida más saludable y feliz.