Aunque durante mucho tiempo se los recomendó como reemplazo
para la grasa, hoy se sabe que los carbohidratos son los responsables de muchas
de las enfermedades de la actualidad.
La verdad sobre las dietas bajas en grasas
Los estadounidenses han experimentado con dietas bajas en
grasas durante casi 30 años, lo que finalizó con consecuencias imprevistas.
Al eliminar esta sustancia de la alimentación, se la remplazó en gran medida
con carbohidratos simples. La pasta se convirtió en el plato principal
más elegido. Los nutricionistas recomendaban mucho arroz con un poco de
proteínas, como pescado o carne de ave. Las industrias alimenticias no
tardaron en ofrecer a los consumidores productos bajos en grasas o sin
grasas y bocadillos como galletas de arroz, galletas saladas y galletitas
dulces.
Lo que muy pocos notaron fue que el cuerpo digiere estos
carbohidratos simples casi tan rápido como lo hace con el azúcar, lo que
provoca graves consecuencias para el corazón. Si bien la grasa, las
proteínas y las fibras desaceleran el proceso de convertir las calorías
en energía, los carbohidratos simples se convierten rápidamente en glucosa,
o azúcar en sangre, que se utiliza para alimentar a las células.
El consumo de una excesiva cantidad de carbohidratos
simples provoca dos consecuencias directas. La primera es que poco después
de ingerir una comida con alto contenido de carbohidratos se produce un pico y luego
una disminución del azúcar en sangre, lo que genera señales en su estómago
y su cerebro que le hacen sentir hambre y le demandan energía rápida
mediante la ingesta de más carbohidratos. En última instancia, este
ciclo de aumento y disminución de la glucosa le hace consumir más calorías
de las que necesita.
La otra desventaja es que estos picos en el nivel de
azúcar pueden comenzar a desgastar su mecanismo de procesamiento de
dicha sustancia. Cuando se produce un pico de azúcar en sangre, el páncreas libera
insulina para reunir las moléculas de glucosa y transportarlas a las
células de todo el cuerpo, donde el azúcar puede convertirse en energía
(o en grasa para almacenamiento a largo plazo). Si consume demasiados
carbohidratos simples, con el tiempo sus células pueden volverse resistentes
a los efectos de la insulina, lo que ocasionará que esta se acumule en el
torrente sanguíneo. Esto no es bueno para el revestimiento de las arterias ya
que provoca una inflamación que incrementa bruscamente el riesgo de
sufrir un ataque cardíaco.
Demasiados carbohidratos simples y pocas grasas buenas son
los principales problemas de la alimentación actual de muchos de nosotros.