Tomar una serie de medidas simples e inteligentes lo ayudará
a bajar de peso con más facilidad.
Es probable que ya haya jurado dejar atrás los alimentos
y golosinas con alto contenido de grasas que la metieron en este
predicamento, pero comer inteligentemente no sólo significa evitar esa
comida, sino también elevar el consumo de alimentos inteligentes: los naturales,
los que contienen menos calorías y más nutrientes.
Si se organiza con inteligencia, será mucho más fácil tener
una alimentación saludable. A continuación, le presentamos algunas ideas.
LLEVE COMIDA A LA OFICINA
Si es como nosotros, después de una fiesta, los estantes de
su cocina están cubiertos de turrones por la mitad, y la heladera,
atiborrada de comida que quedó. Reúna todos los sobrantes y llévelos
al trabajo. Avise a todo el mundo que hay comida gratis en la sala de
reuniones. Al final de la jornada, se la habrán acabado y usted habrá eliminado
decenas de miles de calorías poco nutritivas de su hogar.
LIQUIDE LOS LÍQUIDOS
Ya que está en eso, busque por la casa los sobrantes de bebidas
ricas en calorías. Las más peligrosas son las gaseosas. No hay forma
más fácil de ingerir enormes cantidades de calorías vacías que beber grandes
vasos de gaseosa de cola. Esconda o regale toda botella grande que no esté
abierta, y considere derramar en la pileta el contenido de las que están medio
llenas. Asimismo, si sobraron toneladas de cerveza o bebidas hechas con vino
y jugo de frutas, done todo a la fiesta de algún amigo.
ORGANICE LA COMIDA EN TORNO A LAS PROTEÍNAS MAGRAS
Las proteínas son excelentes para desarrollar
músculo y, por lo general, satisfacen mejor el hambre que otros
alimentos. Por ejemplo, un estudio de la Universidad Estatal de Luisiana
demostró que quienes comían dos huevos en el desayuno perdían 65% más de
peso que quienes comían un panificado, sin afectar notablemente los
niveles de colesterol. Tarea: prepare desayuno, almuerzo y cena sobre la base
en porciones sanas de pollo sin piel, cortes magros de vaca o cerdo,
huevos o nueces. Luego, complete el plato con pilas de verduras y una
sola porción de granos enteros (como pan, arroz o cebada integrales).
INVIERTA EN FRUTAS FRESCAS
Las bayas frescas son siempre mejores y menos caras
que la comida chatarra. “Las personas que me dicen que son demasiado
caras son las mismas que gastan más por un café con leche en la cafetería.
Compre menos cafés con leche a la semana y podrá permitirse suficientes frutillas o arándanos… además de que podrá comer cuantos quiera”, afirma Volpe.
PREPARE SU PROPIA COMIDA
Somos una sociedad que acostumbra comer afuera, y las
porciones que sirven en los restaurantes y los lugares de comida
rápida exceden por mucho las cantidades que prepararíamos para nosotros. A
decir verdad, eso es lo que deberíamos hacer: llevar al trabajo nuestros
propios alimentos. Inténtelo una vez a la semana. Luego, 2 o 3 veces. “Es
otra manera de controlar las porciones, no tan rígida como las otras
pero sí eficaz. Tiene un enorme impacto en la cantidad de comida que ingiere”,
sostiene Volpe, quien sugiere que se aprovisione de los siguientes alimentos: pan
integral, fruta, granos enteros.
CONTROLE LAS CANTIDADES
Según Volpe, jamás debe privarse de algún manjar
predilecto o un antojo: “Si se lo prohíbe totalmente, está en
problemas”: comerá más de otros alimentos que no ayudan, o a la larga
cederá y armará una comilona con aquello que la tiente, luego se
deprimirá al grado de abandonar sus metas para bajar de peso. “El chiste
es reducir la porción a una cantidad que satisfaga, pero sin exagerar.
El helado es especialmente peligroso. Sugiero comerlo en una taza para café, y
no en un bol grande”, dice Volpe.
DÉJELO EN LA COCINA
Generalmente tendemos a ser lo que se conoce en el mundo
gastronómico como “consumidores estilo familiar”: la comida se sirve en grandes
platos y se colocan en la mesa. Deberíamos ser “consumidores estilo
autoservicio”, que llenan el plato en un lugar y luego lo llevan a la
mesa. “Cuando la comida está allí, frente a nosotros, nos servimos porciones
adicionales sin siquiera notarlo. Tenemos tan arraigada la idea de no dejar
nada, de no desperdiciar, que nos atiborramos”, dice Volpe. Pero si
dejáramos todas esas porciones extra en la cocina, sería menos probable
que comiéramos de más. De hecho, podríamos llevárnoslas para comer en el
trabajo.
DISTRAIGA EL ANTOJO
“Es posible que de verdad desee esas galletitas o ese
helado, pero comprométase a esperar 5 minutos antes de comerlos”,
propone Rydin-Gray. Y no se quede mirando el reloj mientras espera: haga
algo. Llame a alguien por teléfono, revise sus correos electrónicos, juegue
con el perro. Podrían ser los 5 minutos que dedique a un poco de actividad
física, subir la ropa lavada a las habitaciones del primer piso o
caminar alrededor de la cuadra. Típicamente, el ansia se acaba con el
tiempo y el antojo se pasa. “Si después de 5 minutos, aún tiene ganas de un
alimento en particular, cómalo, pero sólo un bocado o una cucharada. Vea
si eso es suficiente para satisfacerla”, dice Rydin-Gray.